domingo, 27 de abril de 2014

El hombre en busca de sentido

"El Dr. Frankl, psiquiatra y escritor, suele preguntar  a pacientes aquejados de múltiples padecimientos, más o menos importantes: ¿Por qué no se suicida usted?
Y muchas veces de las respuestas extrae una orientación a la psicoterapia a aplicar: a éste, lo que le ata a la vida son los hijos; al otro, un talento, una habilidad sin explotar; a un tercero, quizás, sólo unos cuantos recuerdos que merece la pena rescatar del olvido".
Así comienza el prefacio de esta obra con extractos autobiográficos original de 1946 sobre el análisis existencial y otras consideraciones humanas .

El ser humano nada tiene que perder, excepto su ridícula vida desnuda.

Quien tiene un "porqué" para vivir, encontrará siempre un "como". (Nietzsche)

Hay que tener la capacidad de elegir la actitud personal ante un conjunto de circunstancias.

Hay cosas que deben haceros perder la razón, o entonces es que no tenéis ninguna razón que perder. (Lessing)

Los ángeles se pierden en la contemplación perpetua de la gloria infinita.

Ponme como sello sobre tu corazón..... Pues fuerte es el amor como la muerte. (cantar de los cantares, 8,6)

En cierta ocasión un persa rico y poderoso paseaba por el jardín con uno de sus empleados, compungido éste porqué acababa de encontrarse con la muerte, quien le había amenazado. Suplicaba a su amo para que le diera el caballo más veloz y así poder apresurarse y llegar a Teherán aquella misma tarde. El amo accedió y el sirviente se alejó al galope. Al regresar a su casa el amo también se encontró a la muerte y le preguntó: ¿Por qué has asustado y aterrorizado a mi criado? -Yo no le he amenazado, sólo mostré mi sorpresa al verle aquí, cuando en mis planes estaba encontrarle esta noche en Teherán.- contestó la muerte. (Muerte en Teherán)

Es la libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito.

El hombre que se deja vencer porqué no ve ninguna meta futura, se ocupa en pensamientos retrospectivos.

Muchas veces una situación externa difícil es lo que da al hombre la capacidad de crecer espiritualmente más allá de si mismo.

Los mediocres e indiferentes piensan que lo peor está por venir, cuando en realidad ya ha pasado.

La realidad presenta oportunidades y desafíos, que o bien puede convertir la experiencia en victorias, la vida en un triunfo interno, o bien se pueden ignorar y limitarse a vegetar.

La emoción, que incluye sufrimiento, deja de serlo tan pronto como nos formamos una idea clara y precisa del mismo.

Vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuadamente a cada individuo.




sábado, 26 de abril de 2014

Hay cosas que deberían hacernos perder la razón, o entonces es que no tenemos ninguna razón que perder



Por estos sotos, antes que nosotros,
Pasaba el viento cuando no había viento.
Y hablaban las hojas
De distinta manera que hoy.

Pasamos y nos agitamos en balde.
No en lo que existe hacemos mayor ruido
Que las hojas del árbol
O los pasos del viento.

Tratemos, pues, con abandono asiduo,
De entregarle a Natura nuestro esfuerzo
Y no querer más vida
Que la de árboles verdes.

Inútilmente parecemos grandes.
Salvo nosotros, nada por el mundo honra su grandeza
Ni sin querer nos sirve.

Si aquí en la arena, junto al mar, mi indicio
Con ondas sólo tres el mar apaga.
(Fernando Pessoa)

miércoles, 23 de abril de 2014

la oscuridad reina a los pies del faro


REVOLUCIÓN
(Slawomir Mrozek)

En mi habitación la cama estaba aquí, el armario allá y en medio la mesa.

Hasta que esto me aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí.

Durante un tiempo me sentí animado por la novedad. Pero el aburrimiento acabó por volver.

Llegué a la conclusión de que el origen del aburrimiento era la mesa, o mejor dicho, su situación central e inmutable.

Trasladé la mesa allá y la cama en medio. El resultado fue inconformista.

La novedad volvió a animarme, y mientras duró me conformé con la incomodidad inconformista que había causado. Pues sucedió que no podía dormir con la cara vuelta a la pared, lo que siempre había sido mi posición preferida.

Pero al cabo de cierto tiempo la novedad dejó de ser tal y no quedo más que la incomodidad. Así que puse la cama aquí y el armario en medio.

Esta vez el cambio fue radical. Ya que un armario en medio de una habitación es más que inconformista. Es vanguardista.

Pero al cabo de cierto tiempo… Ah, si no fuera por ese «cierto tiempo». Para ser breve, el armario en medio también dejó de parecerme algo nuevo y extraordinario.

Era necesario llevar a cabo una ruptura, tomar una decisión terminante. Si dentro de unos límites determinados no es posible ningún cambio verdadero, entonces hay que traspasar dichos límites. Cuando el inconformismo no es suficiente, cuando la vanguardia es ineficaz, hay que hacer una revolución.

Decidí dormir en el armario. Cualquiera que haya intentado dormir en un armario, de pie, sabrá que semejante incomodidad no permite dormir en absoluto, por no hablar de la hinchazón de pies y de los dolores de columna.

Sí, esa era la decisión correcta. Un éxito, una victoria total. Ya que esta vez «cierto tiempo» también se mostró impotente. Al cabo de cierto tiempo, pues, no sólo no llegué a acostumbrarme al cambio—es decir, el cambio seguía siendo un cambio—, sino que, al contrario, cada vez era más consciente de ese cambio, pues el dolor aumentaba a medida que pasaba el tiempo.

De modo que todo habría ido perfectamente a no ser por mi capacidad de resistencia física, que resultó tener sus límites. Una noche no aguanté más. Salí del armario y me metí en la cama.

Dormí tres días y tres noches de un tirón. Después puse el armario junto a la pared y la mesa en medio, porque el armario en medio me molestaba.

Ahora la cama está de nuevo aquí, el armario allá y la mesa en medio. Y cuando me consume el aburrimiento, recuerdo los tiempos en que fui revolucionario.












23/04/2014.
Localización: Valle de la Barranca.




lunes, 21 de abril de 2014

by the way


















21/04/2014.
Localización: Valle de la Barranca, Maliciosa.

domingo, 20 de abril de 2014

Aprende de quien te quiere, enseña a quien te critica, libera a quien te odia y cuida a quien te admira.


"La cara perfecta" (Pedro Pablo Sacristán)

Había una vez un muñeco de papel que no tenía cara. Estaba perfectamente recortado y pintado por todo el cuerpo, excepto por la cara. Pero tenía un lápiz en su mano, así que podía elegir qué tipo de cara iba a tener ¡Menuda suerte! Por eso pasaba el día preguntando a quien se encontraba:

- ¿Cómo es una cara perfecta?

- Una que tenga un gran pico - respondieron los pájaros.

- No. No, que no tenga pico -dijeron los árboles-. La cara perfecta está llena de hojas.

- Olvida el pico y las hojas -interrumpieron las flores- Si quieres una cara perfecta, tú llénala de colores.

Y así, todos los que encontró, fueran animales, ríos o montañas, le animaron a llenar su cara con sus propias formas y colores. Pero cuando el muñeco se dibujó pico, hojas, colores, pelo, arena y mil cosas más, resultó que a ninguno le gustó aquella cara ¡Y ya no podía borrarla!

Y pensando en la oportunidad que había perdido de tener una cara perfecta, el muñeco pasaba los días llorando.

- Yo solo quería una cara que le gustara a todo el mundo- decía-. Y mira qué desastre.

Un día, una nubecilla escuchó sus quejas y se acercó a hablar con él:

- ¡Hola, muñeco! Creo que puedo ayudarte. Como soy una nube y no tengo forma, puedo poner la cara que quieras ¿Qué te parece si voy cambiando de cara hasta encontrar una que te guste? Seguro que podemos arreglarte un poco.

Al muñeco le encantó la idea, y la nube hizo para él todo tipo de caras. Pero ninguna era lo suficientemente perfecta.

- No importa- dijo el muñeco al despedirse- has sido una amiga estupenda.

Y le dio un abrazo tan grande, que la nube sonrió de extremo a extremo, feliz por haber ayudado. Entonces, en ese mismo momento, el muñeco dijo:

- ¡Esa! ¡Esa es la cara que quiero! ¡Es una cara perfecta!

- ¿Cuál dices? - preguntó la nube extrañada - Pero si ahora no he hecho nada...

- Que sí, que sí. Es esa que pones cuando te doy una abrazo... ¡O te hago cosquillas! ¡Mira!

La nube se dio por fin cuenta de que se refería a su gran sonrisa. Y juntos tomaron el lápiz para dibujar al muñeco de papel una sonrisa enorme que pasara diez veces por encima de picos, pelos, colores y hojas.

Y, efectivamente, aquella cara era la única que gustaba a todo el mundo, porque tenía el ingrediente secreto de las caras perfectas: una gran sonrisa que no se borraba jamás.



















20/04/2014 
Localización: Pedriza del Manzanares.